lunes, 14 de octubre de 2013

La Revolución Francesa.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

El proceso que conocemos como Revolución Francesa supuso la caída del Antiguo Régimen en uno de los países más poderosos del mundo. Las repercusiones de tal conflicto no afectaron exclusivamente a Francia, sino que, en mayor o menor medida, sirvieron de referente a aquellos que en Europa conspiraban contra de las monarquías absolutas y luchaban por la abolición de las desigualdades del régimen feudal.
 
 
El asalto a la la cárcel de la Bastilla
 
 
LA CRISIS DEL ANTIGUO REGIMEN EN FRANCIA

En las postrimerías del siglo XVIII, Francia asiste al desmoronamiento de sus caducas estructuras feudales.
Luis XVI (Versalles, 23 de agosto de 1754 – París, 21 de enero de 1793), rey absoluto de Francia. Ampliar imagen
Luis XVI
El proceso se manifestó a través de una crisis social y del Estado que condujo a la descomposición del absolutismo. Las ideas de la Ilustración jugaron un papel muy importante en este conflicto. La mala coyuntura económica que aquejó al país durante los años 80 aceleró el proceso.
 
Crisis de la sociedad
Legalmente la sociedad francesa estaba dividida en estamentos fundamentados sobre los privilegios y la desigualdad. Los beneficiarios de este orden social eran la nobleza (compuesta por unos 400.000 individuos) y el clero (120.000), ambos poseedores de privilegios y exenciones.
 
 
Un tercer grupo que estaba constituido por burgueses, artesanos, campesinos y otros colectivos marginales carecía de privilegios y sumaba el 90% de la población (unos 25.000.000 de almas). Sobre ese heterogéneo conjunto recaían los impuestos y cargas económicas en los que se sustentaba el Estado.                            
 
 
Representación de los estamentos del Antiguo Régimen
                          
Los cambios económicos que estaban teniendo lugar en el seno del capitalismo comercial dotaban a la burguesía de un fuerte poder económico que no se correspondía con su escaso protagonismo político. Este desajuste originaba gran frustración en una clase rica y culta que reclamaba un nuevo marco social y político donde poder desarrollar sus expectativas.                         
 
 
Crisis del Estado
Francia estaba gobernada por una monarquía absoluta encarnada en un rey de derecho divino y un Estado fuertemente centralizado. Pero a la altura de 1789 esta organización había quedado obsoleta y el aparato administrativo y judicial no funcionaban correctamente. Para muchos se hacía necesaria una profunda reforma a la que, sin embargo, estaban poco dispuestos los privilegiados.
María Antonieta Josefa Juana de Habsburgo-Lorena (Viena; 2 de noviembre de 1755 – París; 16 de octubre de 1793). Ampliar imagen
Reina María Antonieta
La crisis del Estado se traducía en un crónico déficit que hacía que anualmente los gastos de la Hacienda Pública superasen en un 20% a los ingresos. Las medidas que se acometieron para paliar el problema no hicieron sino complicar la situación pues se centraron no en una profunda reforma fiscal, sino en el creciente recurso a empréstitos y al incremento de la presión fiscal (es decir, más impuestos). Esta difícil situación constituirá uno de los detonantes del estallido revolucionario.
 
 
La acción de la ideología ilustrada
 
La Ilustración subrayó esas contradicciones, las denunció y criticó, contribuyendo a socavar los cimientos sociales y políticos del Antiguo Régimen.

Destacaron las teorías de Montesquieu y Rousseau, fundamentadas en los principios de separación de poderes, soberanía nacional e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El ejemplo de cómo esos principios podían llevarse a la práctica lo tuvieron los franceses en los Estados Unidos de Norteamérica.
 
 
Una difícil coyuntura económica
 
En 1788 los precios del trigo subieron a consecuencia de una serie de malas cosechas.
La crisis de subsistencias afectó a amplios sectores de la población, creando un ambiente de tensión social y política ya que frente a la escasez, la carestía y el hambre los notables y la Corte siguieron sumidos en un ambiente de lujo, despilfarro y ostentación.
Palacio de Versalles, símbolo del despilfarro a los ojos de muchos franceses afectados por la crisis económica de los años 80. Ver clip de vídeo
Palacio de Versalles
 
 
 
El proceso revolucionario
 
 
La protagonizaron la aristocracia y el clero que se opusieron a las propuestas del ministro de Luis XVI, Calonne. Éste para evitar la bancarrota de la Hacienda proyectó una reforma fiscal que incorporaba como contribuyentes a los privilegiados.
Reunidos en una Asamblea de Notables, integrada por príncipes, grandes nobles y altos dignatarios eclesiásticos, los dos grupos privilegiados se opusieron frontalmente a las pretensiones de Calonne y solicitaron al rey la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea en la que también tenía representación el Estado Llano.          
                                                   

Sesión
 
 Los Estados Generales (1789)
Se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789 con el propósito de solventar el problema financiero. En la práctica sirvieron de plataforma para que el Estado Llano pidiese reformas políticas radicales, canalizando dichas demandas mediante los llamados “Cuadernos de Quejas”.
                       
El Estado Llano, que contaba con un número de componentes que igualaba al de los otros dos juntos, planteó que las votaciones se hiciesen individualmente, es decir, cada diputado un voto y no por estamentos, a lo que tanto la nobleza como el clero se negaron.
Ante tal rechazo, los representantes del Tercer Estado optaron por reunirse separadamente, lo que realizaron en forma de Asamblea Nacional en un frontón (juego de pelota) ante la imposibilidad de hacerlo en la Cámara que había sido cerrada por orden real.
 
La Asamblea Legislativa (1791-1792)
 
De acuerdo con la Constitución de 1791 se configuró una nueva Asamblea, que habría de trabajar junto al rey en la elaboración nuevas leyes. Durante ese período tuvieron lugar una serie de hechos que radicalizaron la revolución:
 
En exterior

Tras la aprobación de la Constitución del Clero, el rey intentó huir a Austria (2 de junio de 1791).
                        
Descubierto en Varennes fue obligado a regresar a París, quedando en entredicho su lealtad, pero también afectando negativamente a las iniciativas de los miembros más moderados de la Asamblea Constituyente y a la propia Constitución monárquica de 1791.
 
Detención del Rey en Varennes
Como reacción, las potencias absolutistas encabezadas por Austria y Prusia (Declaración de Pillnitz) decidieron intervenir en ayuda del monarca francés. La Asamblea Legislativa, dominada por los girondinos (republicanos moderados), declaró la guerra a Austria (1792), en tanto que los jacobinos (republicanos radicales) discrepaban de la decisión pues suponía una internacionalización de la Revolución que en principio no deseaban.


En el interior
Se desencadenó la escisión del frente revolucionario. Esta división se vio propiciada por los iniciales reveses militares franceses en la primavera de 1792. Surgieron grupos radicales (como el de los Sans-Culottes) que reivindicaban cambios democráticos y sociales avanzados. El 10 de agosto instauraron en París una Comuna revolucionaria que destituyó y arrestó al rey procediendo a la sistemática persecución de sus seguidores. Se ponía fin de ese modo a la monarquía constituyente consagrada en la Constitución de 1791.


La Convención Nacional (1792-1794)
 
La Asamblea Legislativa fue reemplazada mediante sufragio universal por la Convención Nacional. Ésta abolió la monarquía e implantó una República.
 
La Convención contó en su seno con varias tendencias articuladas en los siguientes grupos:
Los Girondinos (Brissot). Representantes de la alta burguesía, partidarios de controlar con moderación el proceso revolucionario e incluso, pese su republicanismo, transigir con la monarquía. Constituyen la derecha revolucionaria.
 
 
El Directorio (1795-1799)
Tras la ejecución de Robespierre y de otros elementos jacobinos ("montañeses") la revolución se adentró en una fase moderada. Fue redactada una nueva Constitución, la de 1795, y se ensayó la fórmula del Directorio, así denominado porque el poder Ejecutivo quedaba en manos de 5 miembros (directores), en tanto que el Legislativo descansaba en dos Cámaras (Consejo de los Quinientos y el Senado).
Un militar de prestigio, Napoleón Bonaparte, se convirtió durante algún tiempo en el árbitro de la política, hasta que en noviembre de 1799 (brumario) decidió poner fin al sistema mediante un golpe de estado.
 
Napoleón I

Militar, político y gobernante, emperador de Francia. Hay que distinguirlo de su hijo (no tuvo oportunidad de gobernar y falleció tempranamente) y su sobrino Luis Napoleón, presidente de la II República Francesa y más tarde emperador de Francia con el nombre de Napoleón III.
Nació en 1769 en Ajaccio (actual capital de Córcega). Murió exiliado en la isla Santa Elena en 1821.
Era segundo hijo de una familia afincada en Córcega, isla mediterránea cercana a Italia, cedida por Génova a Francia en 1768. A consecuencia de esta cesión, Napoleón nació siendo súbdito francés.
Perteneciente al seno de una familia de la pequeña nobleza local, su padre ejercía la abogacía, marchó a Francia para cursar estudios militares, que realizó entre 1789 y 1784. Tras concluirlos, en 1785 fue nombrado teniente de un regimiento de artillería.
Napoleón joven. Ampliar imagen
Napoleón joven
Iniciada la revolución e independizada Córcega de Francia, Napoleón huyó con su familia a Francia en 1793, en pleno proceso revolucionario de la Convención. Una vez allí se distinguió en la acción militar durante la reconquista de Tolón, puerto militar que se había sublevado contra la República apoyado por la 1ª coalición de potencias extranjeras organizadas contra el gobierno revolucionario francés.
En 1794 fue nombrado general de brigada y le fue confiado el mando de la artillería francesa en Italia.
En octubre de 1795 sofocó una sublevación de los monárquicos en París. También fue el encargado de reprimir los clubs jacobinos. Hay que recordar que en julio de 1794, sus más significados líderes, encabezados por Robespierre, habían sido apeados del poder a causa de un golpe de estado dirigido por los sectores más moderados de la revolución. Napoleón actuaba ahora al servicio de esos intereses, a pesar de su exaltado pasado.
Napoleón en la batalla de Rívoli (1797). Ampliar imagen
Napoleón en Rívoli
En 1796 le fue concedido por el Directorio el mando del ejército francés en Italia. Allí se desplegó todo su genio militar venciendo a los austríacos (batallas de Arcola, Lodi y Rívoli). Tras el Tratado de Campoformio (1797), Francia consiguió controlar Venecia, Génova y Lombardía (convertidas en las repúblicas Cisalpina, Ligur y Transalpina respectivamente).
Acosado el Directorio por las potencias extranjeras encabezadas por Inglaterra, éste decidió en 1798 enviar a Napoleón con un ejército a Egipto (en poder del Imperio Turco), con la intención de cortar a Gran Bretaña la ruta hacia la India.
Napoleón en la Batalla de las pirámides. Por Jean Antoine Gros. Ampliar imagenBatalla de las Pirámides
Durante esta campaña venció a los mamelucos (soldados al servicio de Turquía) en la Batalla de las Pirámides, pero la derrota de la escuadra francesa en Abukir a manos británicas dejó aislado al ejército francés.
Napoleón cónsul. Por Ingres. Ampliar imagen
Napoleón cónsul
Vuelto a Francia, en noviembre de 1799 encabezó un golpe de estado contra el debilitado Directorio (18 de Brumario, año VIII desde el establecimiento de la República).
El Directorio dio paso al Consulado. Napoleón fue nombrado Primer Cónsul por espacio de unos años, más tarde, en 1802 su cargo se convirtió en vitalicio. De hecho, el cargo de cónsul le había otorgado poderes casi ilimitados.
En 1804 Napoleón dejó de ser Primer Cónsul para convertirse en Emperador de todos los franceses. Concluía así el proceso revolucionario.
Durante su imperio, Napoleón continuó e intensificó su política exterior agresiva hacia las potencias europeas absolutistas (Prusia, Austria, Rusia, España, etc) y contra Gran Bretaña.
Napoleón emperador. Por Gerard. Ampliar imagen
Napoleón I
Napoleón en la batalla de Friedland (1807). Ampliar imagen
Napoleón en Friedland
Consiguió derrotar a la 2ª y la 3ª coalición militar organizadas frente a Francia, alcanzando enormes éxitos militares: Marengo (1800) sobre Austria, Austerlitz (1805) sobre Austria y Rusia, Jena sobre los prusianos (1806), Friedland (1807) sobre los rusos, Wagram (1809) sobre Austria, etc.
Sin embargo, fracasó en sus campañas contra España, que había invadido en 1808, y Rusia (1812). Tampoco pudo quebrar el dominio británico de los mares y bloquear las islas asfixiando su comercio.
Campaña de Rusia. Napoleón derrotado en el río Beresina (1812). Ampliar imagen
El ejército de Napoleón en Beresina
A partir de 1812 problemas militares. En 1813 fue derrotado en Leipzig.
En 1814 las tropas coaligadas entraron en París y Napoleón se vio obligado a abdicar y exiliarse. Se le concedió el gobierno de la isla de Elba (situada en el mar Tirreno, muy cerca de Italia) y se le permitió conservar el título de Emperador.
Luis XVIII. Ampliar imagen
Luis XVIII
En Francia fue restaurada la monarquía en la persona de Luis XVIII (hermano del guillotinado Luis XVI). Sin embargo, meses más tarde (febrero de 1815) Napoleón abandonó la isla, se trasladó a París y tomó de nuevo el mando de Francia. Luis XVIII huyó a Bélgica y el Imperio fue reanudado.
Transcurridos poco más de tres meses (“Imperio de los cien días”), el emperador fue derrotado en Waterloo por una coalición (la séptima) de potencias integrada por Reino Unido, Austria, Prusia y Rusia.
El duque de Wellington, vencedor de Napoleón en Waterloo. 1815. Ampliar imagen
Wellington, vencedor en Waterloo
La derrota de Waterloo supuso el fin del imperio napoleónico y concluyó con su destierro a la remota isla atlántica de Santa Elena, donde permaneció bajo custodia hasta su muerte en 1821.
Por segunda vez regresaba Luis XVIII y en Francia era reinstaurada la monarquía.
 
 
NAPOLEÓN
 
El gobierno de Napoleón (1799-1815) encarnó la consolidación del nuevo estado francés heredero de la Revolución. Se asentó sobre un régimen personalista y autoritario que sin embargo difundiría los ideales revolucionarios mediante la ocupación de numerosos estados de Europa.
 
La labor de Napoleón se proyectó en los siguientes planos:


Plano interno
Para Francia el período napoleónico supuso la consolidación definitiva de la obra de la Revolución desde sus presupuestos más moderados.
A nivel político-jurídico
Napoleón durante el Directorio. 1797. Ampliar imagen
Napoleón. 1797
Napoleón afianzó las principales conquistas revolucionarias aunque eliminando sus aspectos más radicales y tendiendo a una cada vez mayor concentración de poder en su persona. Los pasos que siguió fueron: el Consulado (1799-1802), el Consulado Vitalicio (1802-1804) y, finalmente, el Imperio (1804-1815). Se apoyó para ello en la alta burguesía y el ejército.
Sus realizaciones más notables se concretaron en la creación de una administración local de estructura centralizada, la organización judicial (los jueces fueron convertidos en funcionarios) y la reestructuración del aparato burocrático.
Coronación de Napoleón. Pintura de David. Ampliar imagen
Coronación de Napoleón
 
A nivel social
La alta burguesía junto a sectores de la nobleza exiliada repatriada se convirtió en la clase dirigente de Francia en tanto que el campesinado conservó las ventajas alcanzadas tras las reformas de la Revolución.
A nivel ideológico

 Hay que tener en cuenta dos aspectos contrapuestos:
Napoleón, 1812
Por un lado, Napoleón mantuvo muchos de los principios de la Revolución: liberalismo, soberanía nacional garantizada por sufragio universal, separación de poderes, subordinación del clero al Estado, fomento de la educación, etc.
Pero por otro, desvirtuó el sufragio universal, entorpeció la acción del cuerpo legislativo, la educación fue utilizada como un medio de control moral y político, los tribunales sufrieron una depuración (imposición de magistrados afectos al régimen), la libertad de prensa y de palabra se recortaron y la etiqueta cortesana al estilo de las monarquías absolutas fue recuperada. Finalmente, en materia religiosa Napoleón restableció las relaciones con el Vaticano (Concordato de 1801) y todos los obispos juramentados afectos a la Revolución fueron destituidos.


Napoleón. Plano internacional

Napoleón persiguió la idea de una Europa unida bajo un mismo orden, caracterizado por la abolición de la sociedad estamental. Para poner en práctica dicho proyecto se embarcó en una política imperialista que liquidó bruscamente los reductos del Antiguo Régimen.

 
La política imperialista
Para ejecutarla se valió de un moderno ejército que utilizando tácticas revolucionarias venció a cuantas coaliciones se le enfrentaron, esencialmente las integradas por Austria, Rusia y Prusia bajo la dirección de Inglaterra.
El resultado fue la formación de un extenso imperio bajo el liderazgo de Francia, organizado y regido personalmente, a través de familiares o militares de confianza, con la colaboración de las clases ilustradas de los países conquistados, en los que se promulgaron constituciones y códigos similares al francés.
Francisco José de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 30 de marzo de 1746 – † Burdeos, Francia, 15 de abril de 1828). Hubo de exiliarse a Francia (Burdeos) ante la presión del régimen absolutista de Fernando VII de España por sus antecedentes afrancesados. Ampliar imagen
Goya
Austerlitz. Conmemoración
La formación de ese imperio fue posible gracias a una serie de ininterrumpidas victorias militares frente a rusos, austríacos y prusianos (Ulm, Austerlitz, Jena, etc). Sin embargo, fracasó en el intento de bloquear a Inglaterra por mar.
Las dificultades que encontró en España (Guerra de la Independencia), el fracaso de la campaña de Rusia y la enérgica acción de Inglaterra (derrota franco-española de Trafalgar, 1805) hicieron fracasar sus pretensiones imperiales. Tras ser vencido Leipzig (1813) fue desterrado a la isla de Elba (1814).
 
Goya. Los fusilamientos del 3 de Mayo. Representa la represión de las tropas francesas sobre los sublevados de Madrid. Ampliar imagen
Guerra de la Independencia
La campaña de Rusia supuso un duro descalabro para las tropas de Napoleón que fueron sorprendidas por el duro invierno. Las pérdidas de su ejército fueron enormes. Ampliar imagen
Campaña de Rusia

El legado napoleónico

Se materializó en varios campos:

En el campo político-social y militar

Supuso la extensión de las formas revolucionarias, del liberalismo (Código de 1804) y la quiebra definitiva de las estructuras feudales. Esa labor se concretó en:
  • El nacimiento de una serie de constituciones de signo liberal moderado (Ej. el Estatuto de Bayona de España, 1808).
  • El ascenso de la burguesía como nueva clase dominante frente a la nobleza y el clero.
  • La puesta en práctica del Derecho moderno.
  • La innovación de los ejércitos y las tácticas militares.
Representación de la batalla de Borodino, en la que Napoleón venció a los rusos. 1812
Batalla de Borodino
En el campo económico
Consolidó las reformas agrarias llevadas a cabo durante la Revolución y propició la formación de un campesinado de clase media que transmitió a Francia estabilidad política. Aunque una significativa parte de las tierras expropiadas a la nobleza durante la revolución fueron devueltas a sus antiguos dueños, la operación se materializó bajo las formas jurídicas y de explotación capitalistas. Además se sentaron las bases para que Francia iniciara su industrialización.

 
En el aspecto ideológico
El imperialismo napoleónico fomentó los nacionalismos, tanto el francés como el de los estados que fueron ocupados por sus ejércitos. También aseguró las bases de la enseñanza laica plasmada en la reforma de la Enseñanza Secundaria (Bachillerato) que gozaría de gran prestigio internacional y subsiste aún en nuestros días.
Caricatura denunciando la labor de Napoleón. Ampliar imagen
Caricatura sobre la obra de Napoleón
Este legado perduró a pesar de los intentos de involución promovidos por los sectores más reaccionarios a raíz del Congreso de Viena y materializados en la acción de la Restauración.
 
 
LA RESTAURACIÓN
 
El término Restauración hace alusión al período comprendido entre la definitiva caída de Napoleón (1815) y el inicio del proceso revolucionario de 1830. Durante el mismo la monarquía francesa es restaurada en la figura de Luis XVIII de Borbón, hermano de Luis XVI y sucesor de su sobrino Luis XVII, que nunca llegó a reinar y que murió en 1795, prisionero de la revolución. En Europa esta etapa se caracterizó por el intento de recomposición del entramado del Antiguo Régimen, algo que sus partidarios no consiguieron sino de forma limitada.
 
 
Características
 
La restauración monárquica tras la caída de Napoleón supuso:
 
La vuelta a los principios del equilibrio europeo quebrantados por la Revolución Francesa y la política expansionista de Napoleón.
El intento de reafirmación de los pilares del Antiguo Régimen que se asentaban en el absolutismo monárquico y la preponderancia socioeconómica de los viejos grupos privilegiados.Las potencias más interesadas en la vuelta al pasado fueron Austria (Metternich) y Rusia (Alejandro I), que se apoyaron en otras como España y Prusia. Francia participó en menor medida en esta política. En cuanto a Gran Bretaña, no secundó las tesis absolutistas.
La creación de un ambiente contrarrevolucionario que negaba la limitación de poder de los monarcas e impedía la libertad de reunión y de expresión, al tiempo que coaccionaba los derechos de los ciudadanos conseguidos a raíz de la Revolución.
La identificación con una cultura romántica que sobreestimaba los modelos y valores de la Edad Media y la tradición expresados a través de un arte y una literatura que alentaba lo irracional y subjetivo frente a la lógica de la Ilustración y el enciclopedismo.
 
 
Luis XVIII de Francia (Palacio de Versalles, 17 de noviembre de 1755 - París, 16 de septiembre de 1824), representante del poder absoluto en Francia tras la caída de Napoleón
Luis XVIII de Francia
 
 
 
El congreso de Viena
El Congreso de Viena fue convocado en 1814 con el objetivo de proceder al reajuste territorial de Europa.
En él participaron las principales potencias, representadas por sus respectivos embajadores: Austria (Metternich), Gran Bretaña (Castlereagh), Rusia (Alejandro I), Prusia (Humbolt) y Francia (Talleyrand). España intervino superficialmente como potencia de segundo orden.

 
Sesión del Congreso de Viena. Ampliar imagen
Sesión del Congreso de Viena
Su ideario se puede resumir en los siguientes puntos:
El intento de restaurar el Antiguo Régimen, pretensión que no fue secundada por el Reino Unido.
TalleyrandTalleyrand
La idea de legitimismo que reafirmaba el origen divino del poder de los reyes. En virtud de este principio Talleyrand logró reponer en Francia a los Borbones en la figura de Luis XVIII.
Éste sería considerado un monarca revestido de lícita autoridad frente a los que habían alcanzado el poder por el uso de la fuerza, caso de los revolucionarios franceses y Napoleón.
La solidaridad entre los estados, lo que implicaba la cooperación mutua a través de una política común capaz de neutralizar los potenciales movimientos revolucionarios.
 
La búsqueda de un equilibrio entre las cinco grandes potencias.
 
Se configuró un nuevo mapa de Europa
 
En la reordenación de las fronteras, que habían sido alteradas por las conquistas napoleónicas, no se tuvieron en cuenta las aspiraciones nacionalistas, tampoco los derechos de algunos príncipes que habían sido despojados de sus tronos por los franceses en años precedentes.
 
Se impusieron los intereses de las cinco grandes potencias:
  • El Reino Unido, sin ambiciones territoriales concentró sus esfuerzos en conseguir el dominio marítimo.
  • Rusia obtuvo, entre otros, el control de gran parte de Polonia y la anexión de Finlandia.
  • Austria penetró en las italianas Lombardía y el Véneto e intentó mantener la preeminencia centroeuropea frente a Prusia.
  • Prusia recibió Renania, Sarre y Sajonia.
  • Francia, tras el "Imperio de los Cien Días" y el definitivo destierro de Napoleón en Santa Elena fue rodeada de "estados-tapón" con el objeto de evitar el posible renacimiento de su expansionismo. Entre éstos destacó el de los Países Bajos y Bélgica.

Alejandro I

Metternich
 
 
 
La Santa Alianza
Fieles al principio de solidaridad entre reyes, los monarcas ruso (ortodoxo), austríaco (católico) y prusiano (protestante), que se consideraban a sí mismos reyes por la "Gracia de Dios", firmaron el Pacto de la Santa Alianza. Se trataba de un documento que, invocando los principios del cristianismo, pretendía sustentar las relaciones internacionales mediante una serie de máximas religiosas como la "eterna religión de Dios salvador". Inglaterra no suscribió dicho texto, pero promovió una "Cuádrupe Alianza" que se fundamentó en los siguientes extremos:
  • El compromiso de mantener el estatus territorial vigente.
  • Extremar la vigilancia para detectar y sofocar las iniciativas revolucionarias liberales.
  • Celebrar periódicamente congresos o reuniones con el fin de actualizar las pautas a seguir.
  • Crear una fuerza armada lista para intervenir en caso de necesidad.
La Cuádruple se transformó en Quinta Alianza en 1818. Ésta incorporó a Francia como nuevo integrante e intervino en Nápoles y España (1823) con el objetivo de sofocar las experiencias liberales que estaban teniendo lugar en dichos países. Los aliados proyectaron incluso intervenir en América con el objetivo de restablecer la autoridad del rey de España en los nuevos estados independizados recientemente de ésta, pero se encontraron con la frontal oposición de los Estados Unidos de América cuyo presidente Monroe, en 1823, proclamando la política de "América para los americanos", dejó bien explícito su rechazo a cualquier tipo de intervención europea en el continente.
Klemens Wenzel Lothar von Metternich (Coblenza, 15 de mayo de 1773 - Viena, 11 de junio de 1859), principal impulsor de la política de la Restauración
Metternich, canciller de Austria



Intervención de la Santa Alianza en España
                      
En 1814, tras la liberación de España de las tropas napoleónicas, Fernando VII volvió a ostentar la corona. Restableció una monarquía absolutista que abolió las leyes promulgadas por las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Reinará así durante 6 años (Sexenio Absolutista).
La delicada situación económica y la persecución de los liberales generó un gran descontento que fue capitalizado por el coronel Riego, quien en 1820 capitaneó un levantamiento en cabezas de San Juan (Sevilla), utilizando las tropas destinadas a sofocar la sublevación de las colonias españolas en América. Los insurrectos obligaron a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz e introdujeron en España un sistema liberal representado por una monarquía constitucional.
Esta situación política (Trienio Constitucional) duró hasta que, en 1823 los estados absolutistas invadieron España con un cuerpo de ejército al mando del Duque de Angulema (Los Cien Mil Hijos de San Luis) que derrotaron a Riego (que fue ejecutado) y restablecieron el poder absoluto del rey hasta su muerte en 1833 (Década Absolutista).


                        
El Duque de Angulema, comandante de las tropas francesas que restauraron la monarquía absoluta en España, es recibido por el rey Fernando VII
El Duque de Angulema recibido por Fernando VII

 
Fernando VII, rey de España entre 1814 y 1833
Fernando VII, rey de España (1814-1833)